Equilibrio entre la mente y el cuerpo

El cuerpo y la mente son una maquinaria que trabaja de forma conjunta identificando e interpretando información interna y externa, luego buscando los recursos de conocimiento que cada quién tiene para generar una respuesta que se ajuste lo más posible a las circunstancias, este proceso podría compararse con la homeóstasis. Nuestros sistemas siempre tenderán a regularse y equilibrarse.

Ante esto, la mente como la guardiana de nuestro mundo interno, genera conductas de compensación que ayudan a liberar las cargas emocionales. Estas cargas pueden ser muy conscientes, como cuando soñamos sobre nuestros problemas o también pueden ser inconscientes, como cuando nos sentimos enojados y tristes sin causa aparente. Otra forma en la que manifestamos nuestra frustración emocional es a través de la somatización, esto quiere decir que el cuerpo se enferma (de verdad) a nivel físico, por ejemplo una pelea con alguien nos puede producir problemas estomacales como la activación de una úlcera.

Entonces, a las emociones no las elegimos, ellas se manifiestan con base en la percepción de un cambio en el ambiente. Su presencia, por lo tanto, está más determinada por los acontecimientos que por la voluntad. Pero una vez surgen, podemos hacer con ellas varias cosas, como negarlas, inhibirlas, falsearlas, disimularlas, controlarlas o simplemente sentirlas y expresarlas abiertamente.

Técnicas para mantener balance

El primer paso para mantener la salud emocional es conocernos, esto implica entrenar a nuestra mente para que identifique esos cambios sutiles y no tan sutiles en nuestro cuerpo, expresión emocional y comportamiento. Una excelente forma de conocernos es hacer un diario, registro, bitácora, poesía, prosa. En el diario puedes anotar de todo, hay personas que logran registrar todos sus ciclos biológicos y esto les ayuda a darse cuenta cuando están pasando por una desregulación emocional, algunos de los cambios físicos que podemos notar son: mayor o menor apetito, alteraciones en el ciclo de sueño, cambios de humor fuertes, fatiga o exceso de energía.

También el diario puede ayudarte a clasificar tus emociones, ¿eres capaz de notar la diferencia entre el enfado, el enojo y rabia? Tu cuerpo te lo dice, pero debes prestar atención. Si empiezas a escribir cómo se manifiestan las emociones en tu cuerpo, la próxima vez que tengas una reacción emocional sabrás de inmediato cuál es la emoción que te está envolviendo. Esta técnica también funciona si quieres empezar a recordar tus sueños. Los sueños son representaciones de ese mundo interno y entre más los escribamos más vamos a ir entrenando la mente para que los recuerde, y podemos ir interpretando mejor lo que significan, eso permite escucharnos y conocernos.

Después de la identificación de la expresión emocional, viene la aceptación y luego el procesamiento y construcción de una respuesta más adaptativa. Muchas veces por miedo al qué dirán, por no ser el lugar indicado o por la forma en que una emoción se siente decidimos no dejar que se exprese, la tiramos al fondo de nuestra mente al cementerio de emociones. A esta decisión la llamamos inhibición emocional. Esto tiene sus problemas porque todo lo que el cuerpo no logre procesar para encontrar su balance se acumula en el cuerpo y hace estragos, imaginen el montón de esqueletos emocionales que aún guardamos.

La aceptación

La aceptación emocional implica que estés de acuerdo con vivir las emociones en su completa expresión. Y que aceptes que cada una de ellas tiene una función para la adaptación al ambiente y preservar al organismo. Por ejemplo, el miedo tiene una función adaptativa pues te indica que hay un potencial peligro y que debes estar alerta. La tristeza y la alegría tienen una función comunicativa social porque le permite a otros saber mis estados de ánimo y vincularse empáticamente con ellos. La sorpresa tiene una función motivacional pues nos impulsa a indagar más sobre lo que nos sorprende.

Cuando aceptamos una emoción simplemente la dejamos que se exprese, no la suprimimos ni nos apegamos con ella de forma permanente. Es importante recordar que las emociones son estados dinámicos, cambiantes y momentáneos. Cuando estamos ante una emoción intensa, la sentimos demasiado y muchas veces nubla nuestra visión, por eso no tomes decisiones importantes si estás en un momento de emoción intensa. Y repitete a ti mismo “Esta emoción también pasará y vendrá otra emoción”.

El procesamiento emocional son las acciones que realizamos para sacar esa carga energética emocional, cómo escribir, cantar, bailar, conversar con alguien, conectar con un personaje o serie, hacer deporte, acariciar a tu mascota, entre muchas otras formas de expresión como llorar, gritar, golpear una almohada, dormir.

Así como todo en la vida, necesitamos rutinas que nos ayuden a mantenernos en el camino y ser efectivos, necesitamos generar nuestras formas de liberación emocional. Y estas deben ser variadas, porque la rutina también puede llegar a aburrir. Es importante que logres encontrar variedad de actividades para expresarte, puedes intentar el arte terapia, el baile y movimiento como yoga y otros deportes, la música. Luego también puedes buscar actividades que te hagan reflexionar, cuestionar e interpretar los pensamientos y conductas que tienes con una emoción. Para esto puedes escribir, hablar con alguien, realizar meditación y atención plena.

¿Conoces tus formas de expresar tus emociones?

Te dejo algunas técnicas que puedes usar por ti mismo y que puedes adaptar para usar con niños más pequeños.

Enlace: https://www.psicologia-online.com/12-tecnicas-de-control-emocional-2324.html 

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