Durante este verano tuve el placer de ser voluntaria en Futuro Verde, apoyando a un conjunto de clases increíbles y construyendo apoyos especiales e individualizados para algunos estudiantes. Trabajé junto a un fantástico y dedicado grupo de educadores. Pasé horas específicas enfocadas con la psicóloga de la escuela para descubrir las brechas académicas y de SEL existentes y las formas en que podríamos apoyar a los estudiantes con dificultades. A menudo me encontraba con el equipo de primer o segundo grado, investigando las mejores prácticas en la oficina de Jimena para luego compartirlas en las mesas del almuerzo o bien, dando clases particulares a un par de estudiantes del Colegio sobre civismo o ciencias de la vida en español. ¡Fue una lección para ambos! También pude trabajar con el PTO para planificar y ejecutar un día de actividades en toda la escuela, una rifa y una venta de comidas para recaudar fondos para la escuela. Con el apoyo, la flexibilidad y el trabajo en equipo de la escuela creamos un último día especial para los estudiantes antes de las vacaciones.
En todo lo que hicimos, Futuro Verde me recordó mi “razón” de enseñar. Creo que todos los alumnos quieren y pueden aprender. Esto significa a menudo que nos ajustamos a lo que nuestros alumnos necesitan, tanto en la planificación retrospectiva del rigor académico como en el momento inmediato de un alumno en crisis. También tenemos que considerar las habilidades sociales y de autorregulación, y su instrucción específica, como “facilitadores académicos”, ya que preparan el camino para muchas partes críticas del aprendizaje y de nuestro sistema educativo. La comunidad de Futuro Verde refrescó mi creencia y mi práctica en esto. En una época global de incertidumbre, desconexión y miedo, FV fue como un refugio enriquecedor para mí y para muchos otros. Estaban abiertos a las sugerencias basadas en la evidencia, probamos nuevas formas de involucrar a los lectores con dificultades y ofrecimos recursos a las familias para llevar el aprendizaje a casa también.
La clase de 5º grado fue un vivo ejemplo de cómo podemos utilizar el aprendizaje basado en proyectos para mantener altas expectativas académicas y dejar que la creatividad de los estudiantes florezca simultáneamente. ¡Pide que te muestren las fotos de sus proyectos de biosfera! Los alumnos de primer grado brillaron por su amabilidad, curiosidad y su propósito, tal y como lo demostró su equipo de profesores de ensueño. La correlación positiva entre sus logros académicos y la fortaleza de su cultura de aula es prueba suficiente de la importancia de las relaciones de apoyo en el aprendizaje. La enseñanza receptiva en prepa y pre-K mostró cómo enseñar y practicar intencionalmente la inclusividad en todas las edades – ya sea el uso del lenguaje de señas en las instrucciones diarias o las lecciones durante las prácticas de paz. Me recordó que muchos de los espacios en los que vivimos son diversos, pero que debemos ser intencionales para ser inclusivos y equitativos. Los niños modelan lo que ven, así que tenemos que partir de la humildad, la empatía y la excelencia.
Quiero expresar mi agradecimiento a todos los profesores, administradores, consejeros, personal de apoyo y a todos los que mantienen la escuela funcionando a toda máquina en tiempos difíciles. Esto incluye a nuestros estudiantes. Simplemente, ¡guau! Me levanté emocionada de ir a trabajar todos los días sólo para escuchar las preguntas que hacen los estudiantes durante la lectura, su mentalidad de crecimiento cuando se trabaja a través de problemas matemáticos difíciles, y su autodefensa en desarrollo en los momentos de lucha o conflicto.
Gracias a FV por la receptividad de los profesores a los comentarios sobre las prácticas de enseñanza y la inversión de todo el equipo en la búsqueda de soluciones sociales, emocionales y académicas para nuestros queridos alumnos. Hasta pronto.
